El Paco no anduvo bien en Prensa. Por lo menos yo pensaba eso y otros también lo pensaban, aunque es difícil saber de quién era la responsabilidad. Prensa era un equipo muy grande: alrededor de 70. El error que ellos cometieron fue no comprender a fines de 1975 la naturaleza del golpe que se avecinaba. Fue un error casi general. Se admitía la posibilidad del golpe pero también se trabajaba como si no fuera a ocurrir. Incluso se lo contempla con cierto optimismo como si su víctima principal fuera a ser la burocracia en el gobierno, y no nosotros. No hicimos ningún programa contra el golpe.
En agosto del 75 Pancho ( ex teniente de navío Lebrón, montonero desde 1971 hasta el 76, que murió en combate) y yo empezamos a trabajar en una posible respuesta al golpe: sobre todo una respuesta militar que dificultara el despliegue inicial, las primeras 48 horas. No se trataba de parar el golpe sino de que empezara mal, con un costo imprevisto. Cuando hablamos de eso con Petrus, él dijo: “Pero entonces ustedes creen que va a haber un golpe. Eso cambia todas las cosas”.Poco después Petrus restructuró los ámbitos y durante algunas semanas funcionamos el Paco, Zavala, Federico, muertos en el 76, y Eduardo.
El Paco y yo trabajábamos entonces en la propuesta de un “plan de emergencia” para oponer al golpe. Sé que se discutió después en la regional, y que sirvió de fundanmento para un plan de operaciones, pero nunca nos llamaron a discutirlo.O sea que el Paco estaba familiarizado en el tema y particularmente con el bloqueo informativo que se iba a producir, ya que era una de las previsiones del plan de emergencia, pero prensa siguió funcionando como si hubiera un futuro electoral: pensando en una revista (que llegó a salir y tuvo una vida efímera) e incluso un diario.La última expresión clandestina era el “Evita”. Naturalmente, si se pensaba en revistas y diarios había que mantener más o menos congregado un aparato importante con grandes locales, imprentas, etc. Ese iba a ser un blanco terriblemente fácil para el enemigo.
Al Paco lo trasladaron en mayo, a mí me dijeron que a Europa, pero en realidad a Mendoza, y esto llegaron a saberlo Rosita y Roberto. Me estuvieron buscando para una reunión de despedida. No me encontraron y se hizo sin mi. Después, en junio, una mañana entró Juan en la oficina y me dijo: “lo mataron a Ortiz”.
El traslado de Paco a Mendoza fue un error. Cuyo era un sangría permanente desde 1975, nunca se la pudo poner en pie. El Paco duró pocas semanas, su muerte, dijo Roberto, se produjo en un contexto de derrota, por el mecanismo que después nos ha resultado familiar: las caídas en cadena, las casas que hay que levantar, la delación, finalmente la cita envenenada. Fue temiendo lo que sucedió. Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los dos coches. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera. Tenían una metra pero estaba en el baúl. No se pudieron despegar. Finalmente el Paco buscó algo en su ropa y dijo: “Disparen ustedes”. Luego agregó: “Me tomé la pastilla y ya me siento mal. La compañera recuerda que Lucía le dijo: “Pero papi, por qué hiciste eso”. La compañera escapó entre las balas, días después llegó herida a Buenos Aires. Cree que a Lucía, desarmada, la mataron ahí mismo.
Al Paco le pegaron dos tiros en la cabeza, aunque probablemente ya estaba muerto. A la nena la devolvieron poco después. La recuperó Josefina, la hija de Paco, hasta que la mataron este mes de diciembre."
Rodolfo Walsh
Diciembre 29 1976
Vale aclarar que algunos datos de esta crónica son inexactos: Papá murió de un culatazo en la cabeza propiciado por el sargento Celustiano Lucero, quien en declaración indagatoria admitió que: "luego de perseguir y disparar contra el vehículo conducido por Urondo (en el cual también íbamos: mamá, mi co-sobreviviente la Turca y yo), le habría dado al conductor un cachazo en la parte de atrás de la cabeza con su pistola reglamentaria 9 milímetros, dándole muerte". Respecto de mamá (Alicia Raboy, en la clandestinidad llamada, Lucia), no fue muerta en el lugar. Fue subida con vida a un auto peugeot rojo, secuestrada y llevada al centro clandestino de detenciones D2 donde consta su ingreso en los registros. Desconocemos su destino final. Y yo, no fui recuperada por mi hermana, sino por mi tía Beatríz y mi abuela Teresita, quien luego me dió en adopción a espaldas de mi familia paterna, permitiendo que el relato sobre mi origen y la pérdida de mis padres fuese omitido de mi historia.