Ladran
perros grandes y chiquitos.
Ladran
vástagos y peones.
Ladran
los niños cantores.
Ladran
que nos fuimos sin gracias.
Ladran
incomprendidas desgracias.
Ladran
que tienen resto y sobra.
Ladran
a quién se atreva a aullar la falta.
Ladran
de llenos los pobres.
Ladran
enredados entre las patas altas.
Ladran
libertades bajo un pie que aprisiona.
Ladran
a la defensiva, ladran a la ofensiva.
Ladran
de arriba, dedito en alto.
Ladran
convencidos.
Ladran
confundidos.
Ladran
victimizados, victimarios y auténticas víctimas.
Ladrones,
victimizados, victimarios y auténticas víctimas.
Ladrones,
cola sucia entre las patas.
Ladran.
Ladran
sabios en su ignorancia.
Ladran
cerdos, gacelas y corvinas, todos tienen algo que ladrar.
Ladran
cuando cabalgamos y siguen ladrando cuando decidimos desensillar.
Ladran
porque sí, y también porque no.
Ladran
porque no hay otra forma.
Ladran
haciendo eco de sus propios ladridos.
Ladran
y el ruido se multiplica como la histeria colectiva.
Ladran
tan fuerte que se vomitan encima.
Ladran
tanto, que ya nada se escucha.