No puedo calcular
el tiempo que llevo
en estado de suspenso
senti mental.
Días sin dormir
alternados
con momentos huecos
en que no puedo
hacer otra cosa.
El tiempo no pasa
cuando no pasa nada
de lo que deseaba.
Repaso
lo que pasaba
y dejó de pasar.
Llevo tantas horas
en la misma posición
que parece siempre
la misma hora
entumecida.
Una sola hora
atascada
convertida en estado
de espera irresuelta,
medida
de tiempo eterna
que llega
desde otro lado.
Es sabido
que no hace bien
revolver esta herida,
escarbar
el filo de la cuchara
en la pérdida.
Ese estado
tan propio, tan mío
tan pesado.
Soy eso.
Algo de mí
está en juego
una vez más.
Vuelve el pasado
pendiente
pero estoy cansada
y el mundo me alarma
si no hay refugio posible
para el regocijo del alma.
Ya no tengo paciencia
para la resignación o la calma,
este sistema de paréntesis
me deja paralizada.
Días así,
en carne viva,
viendo mi herida
sin anestesia
en la pantalla
tu nombre en silencio.
La ausencia
que acariciamos,
este juego que
venimos perdiendo.
Desaparecer
me obliga también
aunque no quiero,
no puedo elegir
no sé dejar
el rol eterno
de esperar
lo imposible
sin expectativa,
sin esperanza.
Este no lugar.
Esperar
en estado latente,
como respirar
esta tortura.
Esperar
hasta olvidar
qué es
lo que estaba esperando.
Esperar
hasta recordar
que todas las pérdidas
son la misma,
permanente,
sostenida en el tiempo,
como los días
atravesados
por esta sensación,
este re sentimiento.
Un re sonar
de sentidos
en suspenso,
como un puente
sin tiempo.
Sin pasar.