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OPINIÓN
15-11-2023 16:45 - UNA ELECCIÓN DIFERENTE
Derrote el terror
La autora rescata las palabras de Rodolfo Walsh para reivindicar la reacción de aquellos que decidieron ganar calles, medios de transporte, plazas y redes sociales, para responder las proclamas negacionistas de La Libertad Avanza. "El voto en blanco es el no te metas", plantea.
POR ÁNGELA URONDO RABOY
15-11-2023 | 16:45
No son pocas las personas que en los últimos días han sentido el impulso de salir por su cuenta a la calle, a irrumpir lo público y lo cotidiano, en medios de transporte, plazas, veredas y también en las redes sociales, para comunicar, compartir, dar testimonio, hacer una transferencia directa de historias personales que tienen profundo anclaje en nuestra historia colectiva.
Circulan distintas experiencias de vida que en la actualidad están siendo afectadas, negadas, removidas, cuestionadas, apuntadas, molestadas, estigmatizadas y amenazadas de muerte por las expresiones (anti) humanas y (anti) políticas que propone el partido de la (anti) libertad avanza.
Una mujer sobreviviente de un centro clandestino; una chica nacida en el exilio; un hombre que volvió de la guerra; otra mujer madre de tres hijos con discapacidades; un hombre de 80 años, médico y maestro de médicos de universidades públicas; una mujer con su bebé nacido gracias a la ley de fertilidad asistida; una mujer mayor usuaria de los servicios de PAMI; un futbolista campeón del mundo en defensa de la celeste y blanca; otro muchacho, portador del HIV con su carga viral indetectable gracias al tratamiento gratuito; y la lista podría seguir con tantos otros y otras que en este momento crítico decidieron abrirse, develarse, hacerse visibles en las fragilidades y el orgullo, plantados en la dignidad se rebelan frente al miedo, apelando a la sabiduría, en la necesidad de defendernos y que así sean eternos los laureles, que con tanto esfuerzo supimos conseguir. Porque los derechos adquiridos costaron vidas, e incontables injusticias.
Quienes tenemos más de 40 años hemos sobrevivido a la dictadura y a muchas otras faltas de derechos, inexistentes o perdidos, que a lo largo de los años con lucha y construcción colectiva conseguimos en alguna medida revertir y convertir en amparo.
No era lo mismo antes. Importa que el futuro no sea un retroceso. No puede darnos igual ahora.
Vienen para destruir el Estado y su incidencia en la justicia social. Nuestros acuerdos democráticos primarios se resquebrajan para dejarnos a la intemperie. Los dichos de Villarruel y Milei nos escarban las heridas, pinchan las llagas, las pieles endurecidas de las cicatrices vuelven a arder y a reabrirse, otra vez sangran, pero nadie lo ve. Nuestro dolor es invisible e insoportable. Es muy tremendo tener que remover esto, pero es necesario, ya está revuelto.
Hoy nuestras historias son negadas y basureadas, se burlan de todas las tragedias que hemos vivido, insultan a nuestros muertos, próceres o subversivos, humillados, desterrados, revictimizados, mientras vivan a los criminales que dieron muerte y saquean lo de todos, se cargan los legados, quieren ensuciar lo sagrado, llevarnos a mal puerto, trocarnos por un puñado de billetes, enteros o fraccionados en órganos, vender todo, regalar irresponsablemente nuestra soberanía, nuestros recursos naturales y humanos.
Los discursos, promesas de destrucción y odio, son una amenaza para todos en general, pero a cada uno le afectan de manera particular. Nos despertamos en medio de la noche, antes de la madrugada, atormentados por pensamientos urgentes y fatales, aunque sabemos que no estamos paranoicos, ni susceptibles: estamos siendo atacados, perseguidos, apuntados, lo que hacen es una afrenta intencional y tortuosa.
Es la primera vez desde la recuperación de la democracia que vivimos una situación así de alarmante. Resulta muy difícil, sino imposible para muchos, imaginar que ciertos horrores puedan concretarse en un futuro inmediato, pero sin embargo somos muchos y muchas que sentimos en la piel esta amenaza.
Queda claro que los genocidas no quedan nunca en el pasado y lo que Villarruel y Milei defienden, habilitan y proponen, es la posibilidad de un genocidio futuro.
Esto es lo que se define en estas elecciones.
Lo que está en juego ahora, ya no tiene que ver con los partidos políticos, son la democracia y el estado de derecho que están siendo amenazados.
No sé si todos sabemos lo que implica la ruptura, tanto del estado, como del derecho. Quizás por eso tantas personas sienten que es necesario salir por todos los medios al alcance a ofrecer testimonios.
Porque la supervivencia aporta herramientas que activan en lugar de paralizar, que socorren del lugar de víctima. Entonces, ese terror que quieren infundir, motiva a producir acciones.
Como dijo hace ya 46 años Rodolfo Walsh: “El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror”.
Eso intentamos.
Es momento de elegir, de asumir un compromiso con la democracia, debemos ser parte, no podemos permanecer ajenos.
Tenemos la responsabilidad y el deber de elegir autoridades entre dos fuerzas, uno de los dos candidatos nos va a gobernar, es una elección a presidente, no una encuesta.
Pensar el voto desde la exigencia exquisita o el purismo ideológico puede ser una trampa de alto riesgo. Hay que poner de manera activa una barrera a la ultraderecha, en defensa propia y en defensa de nuestra patria.
Con el voto en blanco no alcanza para parar la violencia extrema que prometen Villarruel y Milei.
No se puede permanecer neutral ante el mal que se avecina y se apela a que nadie lo sea. Pretender tal neutralidad frente a la violencia es un engaño imposible, sabemos que la indiferencia siempre es en beneficio del agresor y agrega más violencia a quienes están siendo violentados.
El voto en blanco es el no te metas.
El voto en blanco, como forma de prescindencia es una renuncia, un abandono, una rendición.
El voto en blanco tiene peso, incidencia, no es un voto inocuo, inocente, está igualmente comprometido con el resultado de la elección.
Para salvarnos del horror, para poder vivir en paz, hay que votar a la única fórmula que asegura las instituciones y que defiende los valores de la democracia, hay que votar a conciencia a Sergio Massa. Lo otro, no es democracia.