"...se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: “¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita...” Entonces gritó: -¡Buenos días!
Pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y abrió las cortinas. Allí parecía estar la abuelita, con su gorro cubriéndole toda la cara, y con una apariencia muy extraña...
- ¡!Oh, abuelita!, dijo, qué orejas tan grandes que tienes!
- Es para oírte mejor mi niña, fue la respuesta.
- Pero abuelita, qué ojos tan grandes que tienes!
- Son para verte mejor, querida
- Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.!
- Para abrazarte mejor
- Y qué boca tan grande que tienes!
- Es para comerte mejor!
Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita".
Caperucita Roja