19 septiembre 2016

El paradigma López: desaparecido en democracia, para Emergentes.


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El paradigma López: desaparecido en democracia.

Al amparo aparente de su gorra, nos increpa una mirada, que se multiplica estencileada por todas las paredes de la ciudad.

EMERGENTES
4 minutos de lectura

Texto: Ángela Urondo Raboy
Fotos: Cobertura colaborativa SADO / Emergente

Jorge Julio López es mucho más que su ausencia concreta. Es una incógnita. No está ni vivo ni muerto. No tiene entidad. Es un desaparecido. Esa figura ambigua y perversa que inventaron los genocidas para intentar esconder la mancha indeleble de su acción criminal de exterminio.

Desaparecido , sí. Pero López fue un sobreviviente. Un aparecido que vivió para contar lo ocurrido entre octubre del '76 y junio del '79 durante su secuestro.

La experiencia de la violencia represiva vivida en aquellos años fue volcada en el primero de los juicios de Lesa Humanidad, reabiertos tras la derogación de las leyes de impunidad. Su testimonio fue revelador y clave.

El golpe de su ausencia el 18 de septiembre de 2006 fue un mensaje claro, ineludible. López se convirtió de inmediato en un símbolo. En un recordatorio. El paradigma López: desaparecido en democracia.

Quedó su nombre escrito en un papel, en manos del verdugo Etchecolatz. Una imagen que evoca al fantasma de aquel viejo aparato represivo capaz de rearticular alguno de sus brazos, para ejecutar otra vez el mismo plan. Una herramienta más del miedo, la evidencia de los resabios del terrorismo de Estado infiltrado en la actualidad.

Y luego, el silencio oficial sobre la desaparición de López. La falta de respuestas sobre su destino final. En la Argentina de hoy, en plena avanzada reaccionaria, mientras se debate la prisión domiciliaria para los genocidas condenados, hace diez años que Julio López no vuelve a su hogar.

En estos diez años 729 genocidas fueron condenados por crímenes de Lesa Humanidad. Esto hubiera sido imposible sin el testimonio de millas de testigos en todo el país. Cada uno ha tenido que sobreponerse al miedo ya la amenaza latente que significa tener a López desaparecido y redesaparecido .

Hay quienes no han podido con ese miedo. Con la reiteración del terror… y hay quienes de ese miedo, han hecho su mayor coraje.
Cada sobreviviente guarda la memoria del espanto y todos sus ecos. Esa lógica absurda del horror sistemático.
De algún modo, un testigo, un testimoniante, es mucho más que el dolor que le tocó atravesar. Es todo lo que hizo con eso. A pesar del terror.
Porque poder ver directo esos ojos infinitamente perversos, conociendo de lo que son capaces, exige un enorme valor.

La segunda ausencia por desaparición forzada de López, nos lleva más que nunca, a tenerlo presente en su lucha, a exigir Verdad, Justicia ya no olvidar jamás.

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