14 octubre 2010

Que en paz descanse, Miguel.

Hoy me enterè de que hace poco muriò Miguel, el señor de la foto. Èl me recibiò en sus brazos cuando mamà entrò corriendo a su corralòn, intentando escapar de los milicos, que finalmente la secuestraron minutos despuès.
 Esto escribì en Junio de este año cuando fui a Mendoza:
"El lugar se conservó intacto más de 30 años, cumpliendo su función de corralón de materiales para la construcción y depósito de carbón y leña. Hace poco, supe que vendieron el lugar, ahora hay un supermercado Chino. Eran 2 hermanos, parece ...que con 90 y 92 años, ya no siguieron con el negocio y se jubilaron. La primera vez que volví, los encontré sentados exactamente en el mismo lugar donde los encontró mamá, en su último intento por sobrevivir: al pie de la escalera.
Con ojos rústicos mojados de lágrimas, estos hombres de palabras sencillas, me contaron paso a paso lo ocurrido entonces: Cómo de lejos escucharon los tiros, la frenada del auto...y "la chica" que entró corriendo horrorizada, con el bebe en brazos...y mientras corría les gritaba"...agarremé la beba!..."... Y ellos, que no podían creer que yo fuera esa misma beba que habían tenido en sus brazos. Les dolió tener que contarme cómo se la llevaron. Me lo contaron como si yo fuera otra persona: Que los policías entraron apenas unos segundos después que ella. Que la escalera no conducía a ninguna parte, sino arriba, al depósito de carbón, que no tenia salida. Que la encontraron en seguida y la bajaron de los pelos. Que la golpearon brutalmente, que nunca vieron algo asi. Que tenían miedo. Que ellos nunca salieron del corralón y no vieron lo que pasó afuera, en la calle. Que al rato los policías entraron de nuevo y les sacaron a la bebé, que ellos "se la dieron". (Acá, la magia de pretender que esa bebé no era yo, se rompía. Silencio.) Que tantas veces se preguntaron a si mismos, que había sido de nosotras. Que, qué alegría que usted (yo) esté viva, lástima lo de la mamá. Lástima que no corrió un poco más lejos, que los fondos son abiertos. Lástima que agarró por la escalera, que no tenía salida. Lástima que no pudo escapar. Lástima... Voy a recordar siempre a estos 2 señores, El respeto con que me trataron. Lástima que ya no los podré visitar para comer tortas fritas al pié de la escalera. Ni podré volver a asomarme desde el depósito de carbón para ver la cordillera, el último horizonte. Lástima que haya un supermercado chino ahora. Lástima. "
Lamentablemente, èl es otro testigo que no llegò al Juicio.